viernes, 1 de abril de 2011

Según lo previsto, 2ª parte.

En ocasiones, cuando uno se debe, en primer lugar, al colectivo que representa, debe guardar silencio prudencial para no perjudicar los intereses de ese colectivo, máxime cuando se esperan acontecimientos importantes. Por esta razón no se abordan en este blog, de momento, ciertos aspectos sucedidos en la pasada reunión de Junta Directiva de FOCDE. Sin embargo, eso no es obstáculo para analizar otras cuestiones, que ya son redundantes ya no sólo en este blog, sino en la historia reciente de nuestra federación.

En efecto, uno comprueba que cuanto se viene denunciando en este blog en los últimos tiempos no es más que lo que viene sucediendo en nuestra federación durante los últimos 10 años, o sea, durante el mandato del actual presidente. Actuaciones que en su día fueron causa de la ruptura ornitológica que actualmente vivimos y que se repiten en los días actuales, sin que nada se haya aprendido de los errores del pasado, que tan nefastas consecuencias repercutieron.

No sería correcto ni justo, imputar la responsabilidad a una única persona por proponer dichas actuaciones, sino que ésta tiene que extenderse además a todos aquellos que dieron su necesario apoyo para su aprobación y ejecución. Hablar hoy de la disolución del Colegio de Jueces o de la expulsión de las federaciones “rebeldes” resulta anacrónico, pero en definitiva es exactamente lo mismo que viene sucediendo en la actualidad, y no es otra cosa que un abuso arbitrario del cargo y un pisoteo constante de la legalidad y de la propia normativa de la entidad. Cosa distinta es si los perjudicados de entonces obraran correctamente o no, ante los atropellos producidos, lo cual y sin duda, les hizo perder cualquier razón.

De vuelta a la actualidad, en la pasada reunión de la Junta Directiva de FOCDE, los directivos ya no pueden alegar el haber sido engañados ni manipulados, aunque lo fueron, porque estaban advertidos; ni tampoco pueden alegar ignorancia o desconocimiento, porque igualmente habían sido informados sobre sus potestades, ya no sólo por medio de este blog, que leen la mayoría de ellos, sino de manera oficial, al darse lectura de la impugnación de ANCEP a la normativa de anillas en la propia asamblea de la entidad, celebrada el pasado año, en la que se denunciaban todas las irregularidades cometidas. A estas alturas sólo cabe imputar su actuación a otras causas, aplicables particularmente a cada caso. Para algunos esa causa será la necedad, ya que algunos directivos lo son por el simple hecho de que ostentan esos cargos porque nadie más quiera ostentarlos, sin que reúnan unos requisitos personales mínimos para ejercerlos; ante éstos sólo cabe benevolencia. Pero otros no pueden ser incluidos en este grupo y su actuación sólo puede ser justificada desde un talante de falso demócrata, connivente con el régimen en las formas, y en defensa de sus propios intereses. A estos últimos va dirigido este artículo.

En efecto, tal vez por negligencia, desconocieran el verdadero alcance de sus facultades cuando disolvieron en Junta Directiva el anterior Colegio de Jueces, o cuando acordaron la encubierta expulsión de las asociaciones adscritas a las federaciones rebeldes, al privarlas de sus derechos, entre ellos el de presentar una posible candidatura a la Presidencia semanas después de la misma. Pero ese desconocimiento de entonces ya no es excusa hoy, y en la pasada reunión de Junta Directiva, sus miembros se prestaron una vez más a dar su apoyo a propuestas que escapaban a sus facultades, como por ejemplo, modificar los servicios de la federación o incluso sus estatutos, asuntos de potestad exclusiva de la Asamblea General.

El presidente, dentro de su torpeza en el gobierno de la entidad, es especialmente hábil a la hora de manipular voluntades, y conjuga frases falaces que consiguen engañar a quienes, de otro lado, están predispuestos a dejarse engañar. Así, construye frases de significado incoherente, presentes incluso en los propios estatutos que él mismo redactó, y que los directivos dan por buenas, accediendo así a sus pretensiones. Podría pensarse que fuera el propio presidente el que ignorase el significado de sus propias palabras (como así es y se desprende de muchos de sus escritos y expresiones, delatando una insuficiente formación), pero en este caso concreto, sus actuaciones revelan lo contrario, como veremos a continuación.

Hoy, como a los niños de parvulario y como si de un episodio de Barrio Sésamo se tratase, voy a explicarles el significado de la palabra “ratificar”, una palabra omnipresente en los estatutos de FOCDE y trasladada al lenguaje coloquial de sus directivos, que se emplea erróneamente porque así se ha inducido intencionadamente, y que se ha convertido en una herramienta de usurpación de poder a la Asamblea General.

La palabra ratificar, y podéis consultarlo en cualquier diccionario, significa apoyar, respaldar o adherirse a un escrito o a un acto; y un acto es una acción consumada, cuyos efectos ya se han producido. Por poner un ejemplo, la Junta Directiva de FOCDE podría acordar, por razones de extrema y justificada gravedad y urgencia, solicitar un crédito a una entidad financiera para cubrir una necesidad económica, que incluso hiciera peligrar, de manera manifiesta, el funcionamiento de la entidad; ese acuerdo, siempre excepcional, tiene efectos y vincula a FOCDE con la entidad financiera. La Junta Directiva, asumiendo su responsabilidad, debería, a posteriori, dar explicaciones de dicho acuerdo a la Asamblea General y someterlo a su ratificación, sin que ésta fuera ya vinculante a efectos del acuerdo en sí, sino a efectos de recabar el respaldo o no de dicho acuerdo. La Asamblea podrá ratificarlo o no, en función de si dicho acuerdo está suficientemente justificado, y en el caso de no ratificarlo, los miembros de Junta Directiva que lo apoyaron deberían dimitir en el acto, por coherencia democrática, aunque la palabra dimisión no parece incluirse en el vocabulario de nuestros directivos.

Este es el verdadero significado de la palabra ratificar, la cual sólo debería de emplearse en casos muy excepcionales, en donde fuera necesaria una decisión de la Junta Directiva urgente y fuera de sus potestades, para salvaguardar los intereses de la entidad, sometiéndose después a la aprobación de dicho acto ante la Asamblea General.

Pero no es así como se gobierna FOCDE, y sus estatutos y la Junta Directiva la emplean desvirtuando su significado para justificar usurpaciones a la Asamblea General, atribuyéndose potestades de ésta. Claro que, para no hacerlo muy evidente, se juega con el significado de esta palabra diciendo cosas como “esto deberá luego de ratificarse en la Asamblea”, dando incluso por hecho que así sucederá.

Como se ha dicho en anteriores ocasiones, la Junta Directiva debería de proponer estos asuntos a la Asamblea, pero nunca aprobar ni alcanzar acuerdos al respecto de ellos como se viene haciendo, incluso con aplicación con carácter retroactivo, algo aberrante desde cualquier punto de vista. La cosa parecía haber quedado clara en la anterior asamblea, dando lectura y discutiendo la impugnación presentada por ANCEP, pero parece ser que los directivos presentes en dicha asamblea se pasan por el arco del triunfo, una vez más, ya no lo reprochado en aquella asamblea, sino la propia normativa de FOCDE. Así se demuestra una vez más al modificar un servicio de FOCDE en Junta Directiva, como el servicio de anillas, cuyas modificaciones ya han sido aplicadas y puestas en vigor para la próxima petición de anillas, lo cual demuestra que el Presidente no ignora el verdadero significado de la palabra ratificar, y que no es vinculante el hecho de que la asamblea lo haga para que lo acordado tenga “validez” interna, con independencia de que carezca de ella ante cualquier tribunal.

El presidente también propuso a la Junta Directiva la modificación de los estatutos de FOCDE, y los miembros de la misma se pronunciaron al respecto, aprobando unas sí y otras no, alcanzando acuerdos, una vez más, fuera de sus potestades, bajo el falaz pretexto de someterlo luego a la ratificación de la asamblea. Cuando uno analiza las modificaciones aprobadas y las rechazadas, fácilmente se deduce que se actuó única y exclusivamente bajo la conveniencia o no, para sus propios intereses, pues se rechazaron aquellas que, de alguna forma, los hacía sentirse ninguneados en sus potestades hacia sus propias asociaciones.

Por último, algunos de los presentes formularon propuestas en representación de sus respectivas federaciones, sin que tales propuestas dimanen ni hayan sido sometidas a la aprobación de los integrantes de dichas federaciones, arrogándose una vez más potestades, en este caso de representación, que no les corresponden, pues se trata de propuestas realizadas exclusivamente a título personal.

En definitiva, todo lo sucedido y las circunstancias concurrentes en dicha reunión de Junta Directiva, pone en evidencia una vez más, no sólo la incompetencia e ineptitud de nuestros dirigentes, sino también un talante de absoluto desprecio hacia la propia normativa de FOCDE, atribuyéndose potestades que sólo corresponden a la Asamblea General, así como un absoluto desprecio por los principios democráticos, donde las asociaciones, que son los verdaderos dueños de FOCDE, son ninguneadas una y otra vez, reduciendo a la Asamblea General a una simple pantomima, en lugar de ser el verdadero órgano soberano de la entidad, donde deben debatirse y alcanzarse los acuerdos, los cuales luego deben ser ejecutados por los órganos de gobierno, que para eso están, y no al revés como se viene funcionando.

¿Y luego se llaman demócratas? Pues como dice el refrán: “obras son amores, que no buenas razones”

Con dirigentes tan nefastos y negligentes, que demuestran una vez tras otra que no tienen ni idea de cómo se gestiona una asociación, los dirigentes de COE sólo deben mantenerse en la línea de discreción actual y esperar, porque nuestro cadáver no tardará en pasar por delante de su puerta.

Uno ya siente pudor y vergüenza ajena al denunciar tanto despropósito, e impotencia a la hora de intentar dar un giro a esta situación que reconduzca a FOCDE a ser ejemplar, especialmente en dos pilares fundamentales que siempre sostuve como imprescindibles para ser realmente competitivos: 1.- promover los principios democráticos, y 2.- proveer a los socios de los mejores servicios al menor coste posible; en lo uno como en lo otro FOCDE sigue suspendiendo, y lejos de acercarse al aprobado, vamos en dirección contraria y ya ocupa el muy deficiente.

Lo dicho a lo largo de este artículo es independiente, una vez más, del afecto o desafecto personal que pueda sentir por cada uno de nuestros dirigentes, pues en definitiva, lo que se critica de manera legítima, es el ejercicio que hacen del cargo.

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