jueves, 2 de septiembre de 2010

Otra vez FEORCALE

El actual silencio en que se ha sumido La Verdad Ornitológica en las últimas semanas no es casual, sino que está motivado por múltiples razones, que dimanan de los últimos sucesos acaecidos desde la celebración de la pasada Asamblea General de FOCDE, de circunstancias estrictamente personales, y en general, del desencanto al que he llegado con el mundo de la ornitología deportiva, con el cual cada día me identifico menos.

A todas luces, resulta muy difícil ejercer labores periodísticas cuando uno mismo es el protagonista de la noticia, donde la subjetividad puede imponerse ante la objetividad, máxime cuando uno además ostenta responsabilidades ante un colectivo como pueda serlo la asociación que presido. Toda esta mezcolanza de circunstancias me ha llevado a adoptar una posición de prudencia que me aconseja apartarme, al menos de momento, del deleznable mundo de la política ornitológica, que tantos sinsabores me ha causado, sin más beneficio que el ser objeto en muchas ocasiones de juicios personales. Si a esto le añadimos la desagradable experiencia de ver a un amigo enfermar, y que uno mismo ha sufrido un susto serio que te advierte que vas por mal camino, pues además uno reflexiona sobre lo verdaderamente importante en esta vida, y llega a la conclusión de que hay cosas que ciertamente, no merecen la pena.

Sin embargo, soy persona de principios y de valores éticos, y jamás en mi vida personal he admitido la injusticia ni me he doblado ante ella, y es algo que jamás admitiré. Demócrata hasta la médula, no admito otro sistema que no sea una verdadera democracia, y este régimen no lo veo por ninguna parte en éste nuestro mundo ornitológico. Mi prudencia me aconseja no pronunciarme a estos respectos hasta que no pueda hacerlo con absoluta libertad, y eso no sucederá hasta que no se celebre la próxima Asamblea General de ANCEP, donde los socios, indignados al igual que yo, decidirán su futuro y las medidas a adoptar. Así, sólo cuando los socios de ANCEP se pronuncien libre y democráticamente, me pronunciaré yo mismo como proceda.

Pero no he podido abstraerme a los últimos hechos acaecidos de nuevo en la problemática Federación de Castilla-La Mancha, que tanto da últimamente que hablar; simplemente porque me siento profundamente indignado, una vez más, por lo sucedido, y porque soy incapaz de permanecer callado ante tanto despropósito. Y el despropósito no son los hechos en sí, que también, sino la equivocación en que viven sumidos los dirigentes sobre la realidad de nuestra organización, sustentada sobre principios de ilegalidad y de ignorancia sobre el proceder de las cosas.

La polémica surge, según parece, por la negativa por parte de la Mesa Electoral a admitir una candidatura a la Junta Directiva de FEORCALE, y esta negativa se produce porque uno de los miembros de dicha candidatura no reúne uno de los requisitos estipulados en los Estatutos de la entidad, cual es presentar certificación de ser socio de una asociación adscrita a la misma. Esto es así, pues el presidente de su asociación se niega, por las razones que sean, a emitir dicho certificado. Ello ha motivado la indignación lógica de aquellos que forman parte de esta candidatura, e incluso se ha hablado de llevar el asunto al Comité de Conflictos de FOCDE.

Pues, bien, aportaré mi opinión sincera al asunto, tal vez ofreciendo una visión ignorada por todos, inmersos en la gran mentira que es la normativa que rige nuestras organizaciones, y que una vez tras otra nos induce a cometer estos errores, dando como resultado el despropósito de personas que sin duda gozan de un verdadero talante democrático.

Si yo fuera miembro de la Mesa Electoral, mi decisión sería la de rechazar la candidatura, pues me atendría fielmente a lo indicado en los Estatutos, e indicaría a los miembros de la misma que subsanasen el defecto de forma planteado. ¿Pero qué hacer ante la negativa del presidente de la asociación a emitir un certificado para que ese criador sea aceptado en la candidatura? En primer lugar he de observar que, salvo que los Estatutos de dicha asociación digan lo contrario, y normalmente no lo dicen, el único facultado para emitir certificados sociales es el secretario y no el presidente, eso para empezar, aunque normalmente también se exige el visado del mismo, todo dependiendo de cómo esté este respecto estipulado en los Estatutos. Si la negativa persiste y el criador considera que se están vulnerando sus derechos, con razón o sin ella, como creo es el caso, no le quedaría más opción que recurrir a los juzgados para reclamarlos, que es donde finalmente se subsanan estos conflictos.

No procede en ningún caso llevar el asunto ante el Comité de Conflictos de FOCDE por muchas razones; la primera de ellas es porque FOCDE carece de cualquier potestad para intervenir en los asuntos internos de una federación o de una asociación, digan sus Estatutos y Reglamentos lo que digan. En el caso de FEORCALE, menos aún, ya que esta federación ni siquiera es socio de FOCDE. Es como si FOCDE pretendiera intervenir o sancionar, por poner un ejemplo, a la Asociación Canina de Villadiego. De hecho, FOCDE ni siquiera puede sancionar a los criadores, porque por la misma razón, carece de potestad ante ellos y para que esto fuera posible, deberíamos estar acogidos a la Ley del Deporte en lugar de a la Ley de Asociaciones. Tampoco FOCDE puede hacer nada al respecto de la negativa del presidente a emitir el certificado, pues como indico antes, no puede interferir en el funcionamiento interno de dicha asociación. Todo lo más que FOCDE puede hacer en este caso, sería mediar entre las partes de manera amistosa. El resto de razones, prefiero omitirlas.

¿Qué sucedería en el caso de llevar este asunto al Juzgado?

Pues en mi opinión, si la demanda se presenta contra la federación por no admitir la candidatura, probablemente el juez la desestimaría, ya que el criador no es socio de dicha federación, y consiguientemente, no está legitimado. Si la demanda fuera presentada contra su asociación por no expedir el certificado solicitado, probablemente sí sería admitida, pero también probablemente, la perdería.

Lamentablemente, estamos de nuevo ante unos Estatutos mal elaborados, como seguramente ocurra con la inmensa mayoría de asociaciones y federaciones ornitológicas, ya que la mayoría de ellos fueron elaborados a criterio de personas que ignoraron los preceptos básicos de la Ley de nos regula, y en otros muchos casos, simplemente fueron copiados de otras asociaciones o federaciones, incurriendo así en los mismos errores.

Un concepto que queda muy claro en la Ley de Asociaciones, es el hecho de que todos sus socios tienen derecho a sufragio activo y pasivo; es decir, a elegir y ser elegidos; o sea, a elegir libremente a los miembros de los órganos de representación y gobierno, a la vez que al derecho a ser elegido para dichos órganos. Este es un pilar básico en cualquier sistema democrático.

Pero también establece la obligatoriedad de que sean socios los miembros de dichos órganos, como queda patente en su Art. 11.4:

“Existirá un órgano de representación que gestione y represente los intereses de la asociación, de acuerdo con las disposiciones estatutarias y directivas de la Asamblea General. Sólo podrán formar parte del órgano de representación los asociados

Debe quedar claro que los criadores no son socios de las Federaciones, sino de las asociaciones, y que los socios de las federaciones son las asociaciones. Por lo tanto, son las asociaciones, como socios de las federaciones, las que deben proponer a sus propios socios para ocupar cargos en la Junta Directiva de la Federación.

Con total seguridad que otras federaciones incurran en el mismo error, pues en definitiva, todas sus normas dimanan y toman ejemplo de la normativa y proceder de FOCDE, y resulta que es FOCDE la primera en incumplir mil y una veces la Ley que nos regula. Así, sucede lo mismo en su propia Junta Directiva, donde los presidentes regionales, que representan a entidades que no son socios de FOCDE, ocupan ilegítimamente cargos en su Junta Directiva. Y la rueda sigue rondando desde hace más de cincuenta años, y seguirá rodando rutinariamente muchos años más, porque en esta afición las cosas funcionan simplemente por inercia, aunque sea a trompicones.

Así pues, los Estatutos de FEORCALE contravienen lo dispuesto en el Art. antes referido de la Ley de Asociaciones, ya que permiten que los criadores, que no son socios de la misma, puedan presentar sus candidaturas con el simple requisito de pertenecer a una asociación miembro, cuando en verdad, es la asociación la que debe proponerlo para tal cargo. Por lo tanto, es nulo de pleno derecho esta disposición estatutaria.

Si los Estatutos de la asociación no indican lo contrario, el presidente, como representante legal de la misma, goza de facultad para proponer o no a un socio para ser candidato a un cargo en la federación.

Defraudados ¿verdad?

Lamentablemente, los Estatutos de nuestras entidades se derrumban, porque claramente no respetan los preceptos establecidos por la Ley de Asociaciones. La cuestión es, ¿esto se ignora o se sabe? Y si se sabe… ¿Por qué razón no se hace nada para cambiarlo? ¿Acaso a nuestros dirigentes, y me refiero especialmente a los presidentes regionales, no les interesa que el sistema cambie?

Seguramente, como en tantas y tantas ocasiones anteriores, este incidente se resuelva a golpe de teléfono entre los afectados, con alguna chapuza más que añadir a la larga lista, donde las cosas se hacen mal, porque seguramente, interese así a unos pocos.

Y yo seguiré con mi silencio…, porque por encima de todos estos pueriles asuntos, me importan otros proyectos, como lo es ANCEP, una asociación pionera y ejemplar, y el COIHL, donde lo importante de verdad son las aves y los criadores, y para ellos es un placer dedicar mi tiempo. Este año afrontamos el desafío de organizar paralelamente el que será nuestro primer congreso, con ponencias disertadas en inglés, porque los ponentes no hablan español, y habremos de traducirlas simultáneamente al castellano mediante auriculares inalámbricos. Estas cosas son las verdaderamente importantes y a las que pienso dedicar mi esfuerzo, porque “obras son amores, que no buenas razones”. Lo demás, son simples niñerías de gente que se siente muy importante por ocupar unos carguitos irrelevantes en cualquier otro ámbito.