martes, 6 de marzo de 2012

El Mundial de las mentiras

A pesar de los muchos asuntos que suscitan interés en estos días en relación con nuestro mundo ornitológico, algunos de especial relevancia, la verdad es que resulta casi imposible abordarlos sin omitir los turbios intereses que subyacen a los mismos, y admito que no es alentador estar constantemente hablando de corruptelas y abusos por parte de nuestros dirigentes. Uno de esos asuntos ha sido la celebración del pasado mundial, que abordaré en este artículo aunque sea de manera ya anacrónica, pues pese a los ríos de tinta que han corrido a su causa, aún quedan reflexiones por realizar.

Por esta vez, no entraré a valorar los beneficios económicos que haya podido obtener, o dejar de obtener, la entidad organizadora ni la empresa de intermediación comercial que se ha lucrado a su costa, y tal y como expresa el Sr. Díaz, este mundial dejará un patrimonio importante para FOA, que se traducirá en un buen número de jaulas y estanterías, que habrán pagado a un precio que permita al Sr. Penzo lucrarse debidamente por su intermediación. Y de los pingues beneficios que haya generado el mundial, poco más llegará a FOA, porque como suele suceder, se nos dirá que los gastos han sido elevadísimos (cuando en verdad, los que han sido elevadísimos han sido los ingresos). No abordaré estas cuestiones en este artículo porque, a estas alturas, todo el mundo parece admitir como normal estas situaciones y nadie quiere hablar sobre ellas, constatándose así la pérdida de valores éticos que padece nuestra sociedad y las hipotecas que algunos aún tienen pendientes de pago. Nada sabremos los españolitos de a pie sobre los verdaderos resultados económicos de un mundial que se ha celebrado en España, pues no ha sido el mundial de los españoles, sino el mundial del Sr. Penzo y de sus acólitos más próximos. En este artículo valoraremos pues de manera exclusiva, las circunstancias de organización del mundial, su desarrollo, y las repercusiones para el futuro que puedan derivarse.
Nada más inaugurarse el mundial, surgían de manera espontánea las primeras críticas por parte de visitantes y participantes, que fueron multiplicándose con los días, hasta después de finalizado el evento. Dichas críticas denunciaban diversos aspectos: colas interminables para la entrada al recinto, suciedad en el mismo por ausencia de papeleras y personal de limpieza, azafatas que desconocían su trabajo, cobro de entrada para grupos desorganizada, ausencia de diplomas y abalorios para los ganadores, jaulas inadecuadas, errores en la devolución de las aves, aves desaparecidas, y un largo etcétera de otras quejas. Especialmente interesante y revelador ha resultado también el debate suscitado en el foro canaricultaracolor a propósito de bienestar animal en estos eventos.

Ante este cúmulo de críticas, pronto intervinieron los responsables directos y colaboradores del evento, con autoalabanzas capciosas que poco dicen de ellos, alardeando de méritos que no les corresponden en referencia con la participación, secundados por otros intervinientes que aplaudían la gestión y organización del mundial. Así pues, parece ser que unos y otros, hayan visitado un distinto evento.
Organizar un evento, sea del tipo y magnitud que sea, requiere de una correcta planificación de las distintas fases del mismo, previendo oportunamente todas las necesidades y los medios necesarios para satisfacerlas. Esa previsión deberá ser lo más precisa posible, para que así, los imprevistos, que siempre surgen, sean los mínimos posibles. También los medios deberán ajustarse proporcionalmente a las necesidades, pues si estos son insuficientes, la organización se verá desbordada. A este respecto juega un papel primordial la capacidad del organizador para poder financiar el evento, pudiendo así disponer de dichos medios necesarios. Incluso los imprevistos deben ser, en cierta manera, previstos; pues deben de preverse los medios para subsanarlos eficientemente en el momento en que se presenten.

Se deduce de lo anterior que la capacidad de previsión está relacionada directamente con la profesionalidad y experiencia del organizador, pero que éste a su vez depende también de la capacidad de financiación del propio evento; o sea, del vil dinero. En el caso que nos ocupa, el dinero no es un problema, pues éste entra a raudales, en cantidades muy por encima de las necesarias, pues el precio de inscripción (10+2 €) y el precio de entrada (8 €) son claramente superiores a los de cualquier otro evento ornitológico, además de contar con otras múltiples vías de financiación. ¡Ya quisieran los concursos internacionales cobrar estas cifras, cuando en verdad los gastos son proporcionales a los de un mundial!
Desmenuzando todo esto, podemos comenzar por la participación de que alardean como mérito los propios organizadores; según afirman, habiéndose batido todos los records. A este respecto deberán estar muy felices, pues los beneficios se verán incrementados; pero es fácil deducir que el mérito no es propio, sino de la propia ornitología, viéndose además beneficiados por una crisis económica que afecta profundamente al sector, y que, al contrario de lo que a priori pueda pensarse, beneficia a los grandes eventos en detrimento de los pequeños. Esto en efecto es así, pues si de vender pájaros se trata, y es de lo que se trata, los criadores se abstienen de participar en otros eventos para participar en éste, y a su vez, también los compradores se abstienen de comprar en eventos inferiores para comprar “lo mejor” que presumiblemente se encontrará en el mundial. ¡Pero qué tontos que somos! Con todo ello, yo mismo preveía en este mismo blog, en el artículo titulado “El mayor espectáculo del mundo”, una participación de unas 25.000 aves, con una masiva participación de criadores españoles. Dicho artículo, además de denunciar y desenmascarar diversas argucias del organizador con fines exclusivamente recaudatorios, era un anticipo claro de lo que sería el mundial, pues conociendo el sistema, visto uno, vistos todos.

Pero volviendo a las críticas y especialmente a las respuestas a esas críticas, lo que se deduce es que los organizadores y colaboradores intentan acallarlas en el sentido de que instan a sus autores a no utilizar los foros para realizarlas, indicándoles los conductos reglamentarios. Paradojas de la vida, ya que algunos de ellos fueron los precursores del uso de los foros para realizar sus reivindicaciones. También desvelan que no responden a dichas críticas asumiendo los errores sino justificándolos, y es ahí donde se descubren las mentiras de este mundial, que comenzaron desde su propia concepción. Y es que la mejor manera de descubrir mentiras colectivas, no es otra que el principio de contradicción.
De todas las explicaciones dadas, algunas son verdaderamente lastimeras y ciertamente sólo me producen sonrojo, pues se evidencia claramente la desvergüenza y cara dura de sus autores y cómo estos nos toman por tontos (tal vez, hasta lo seamos).

Ahora resulta, según el Sr. Cárdenas, que los galardonados de un mundial no tienen derecho siquiera, tras haber pagado una inscripción de 10+2 euros por ejemplar, a un miserable diploma acreditativo con su palmarés, con el que poder acreditar su participación y sus premios, según él, porque la normativa de COM no lo contempla. Pues bien, tras revisar dicha normativa (Cahier des Charges), se comprueba que esta afirmación del Sr. Cárdenas es rotundamente falsa, pues COM no sólo sí contempla esta posibilidad, si no que autoriza expresamente al organizador para emitir dichos diplomas (cosa que, de otro lado, viene siendo habitual en los mundiales):
“Les organisateurs peuvent, s’ils le désirent, remettre en plus à chaque exposant, un dîplome de participation au Mondial”
“Los organizadores pueden, si lo desean, entregar a cada expositor, un diploma de participación en el Mundial”

Vamos, de risa, o de pena, o de ambas cosas, o que al final va a ser verdad que somos tontos. Seguramente, la verdadera razón de esta circunstancia no sea otra que la incapacidad de la organización para emitirlos, viéndose desbordados cuando incluso tuvieron que trasnochar para pasar los datos de enjuiciamientos por falta de previsión de medios; es decir, por improvisación.
Patético ha sido también el papel interpretado por organizadores y colaboradores en el foro de canariculturacolor a la hora de justificar la ausencia de catálogos, medallas y llaveros a los galardonados y participantes, donde las contradicciones al respecto entre los dirigentes han sido notorias. Así, el Sr. Robles afirmaba  que sobraron montones de medallas y catálogos, cuando el propio Sr. Penzo ponía de manifiesto la improvisación y falta de control, tanto en la petición al fabricante como en la distribución, razones por las cuales no hubo suficientes para todos.

Ni mencionar siquiera aquellas famosas cámaras de vigilancia para cuidar de nuestros pajaritos, mediante las cuales poco menos que podríamos ver el mundial en directo. ¿Alguien ha visto esas cámaras? ¡Por supuesto, todos los que visitaron el mundial! Pero no eran otras que las del propio recinto, cuya finalidad no es vigilar los pajaritos, sino el propio recinto. ¡Hasta la mismísima benemérita se puso al servicio de los organizadores para cuidar de nuestros pajaritos! ¡Por favor, lo que hay que leer!
Podría seguir enumerando contradicciones similares que incluso inculpan a terceros, como el supuesto cambio de normativa por parte de MRW en su servicio a ONGs para justificar la demora de los envíos, tal y como indica el Sr. Penzo en una de sus intervenciones, cosa del todo falsa; pero que extenderían innecesariamente este artículo. Por ello me limitaré a evidenciar la que ha sido la “madre” de todas las mentiras. El Sr. Cárdenas dijo: “El seguro que se paga con la inscripción es un seguro de organización de eventos. Ya se han organizado mundiales en decenas de ocasiones, y en algunas de ellas el mundial debió ser anulado por diversas cuestiones, como es el caso de la gripe aviar con el mundial de Montilla”. Pero como se coge a un mentiroso antes que a un cojo, pues el propio Sr. Penzo evidenció la farsa del seguro al afirmar: “…escucho en la radio del coche que había muerto un vietnamita por gripe aviar, imaginad lo que me entró en el estómago, el lunes y el martes algunas expediciones salían desde Europa hacia Aguadulce. ¿Os imagináis el desastre si esa semana suspenden el concurso?”

Pero toda madre tiene a su vez a una madre; así, la “abuela” de todas las mentiras es aquella que dice que estos dirigentes llevan trabajando 15 horas diarias, incluidos festivos, durante semanas, o incluso meses, realizando una labor altruista en pro de la ornitología.
Me ha resultado especialmente interesante el debate producido en el foro canariculturacolor, en el tema titulado “La farsa del mundial”, entre los que sostienen que los concursos son una auténtica farsa y que someten a las aves a maltratos, y los que defienden este tipo de prácticas como sostén de nuestra afición. Entre los primeros destaca el usuario apodado “Coton” y cuyo nombre ignoro, cuyas argumentaciones coinciden plenamente con las expuestas en este blog, en el artículo titulado “El mayor espectáculo del mundo”. El debate deriva en dos aspectos: de un lado, la masiva participación de aves que, en este caso, superó los 26.000 ejemplares; y de otro, en los propios actos de crueldad animal a que se somete a las mismas.

Ya no sorprende que en este país se deslegitime por cualquier medio a aquel que critique al sistema, en lugar de contestar y responder a las argumentaciones dadas de contrario, cosa que hacen la mayoría de los intervinientes. Incluso los propios dirigentes ornitológicos intervienen para mancillar públicamente a aquellos que osen realizar críticas, despreciándolos y llamándolos ignorantes, porque, claro está, ¡las críticas deben ser constructivas y las que ellos realizan son críticas destructivas! ¿Destructivas? ¿Para quién? ¿Para sus poltronas? ¿Para el sistema? Lo curioso es que esas críticas son realizadas por gente que comparte una misma afición, si es que a lo nuestro se le puede llamar así, pero parece ser que el disentir sobre la realización y organización de la misma no fuera legítimo. ¡Y luego se autoproclaman como demócratas!
Las razones por las que yo mismo considero una farsa todo esto de los concursos ornitológicos, ya las expuse en el anteriormente referido artículo, por lo que no incidiré en ello; pero a dichas alegaciones, se añade otra en el transcurso del debate, la del hecho de la masiva participación de ejemplares, discutiéndose si esto es beneficioso o no para el evento. Reflexionemos sobre ello.
Yo concibo los concursos ornitológicos como eventos que promocionan la afición, que la hacen llegar al público general para que conozca nuestras inquietudes y que a la vez sirvan para congregarnos, factores muy positivos en todos los aspectos. Sin embargo, es obvio que para que estos aspectos resulten verdaderamente positivos, debemos actuar con un mínimo de seriedad y ser creíbles, cosas que se desvirtúan por completo con la actual concepción de nuestra ornitología deportiva; entiéndase por la falta de verdadera preparación de los jueces, esencia máxima de la competición, y por una participación abierta sin ningún requisito previo, como podría ser, por ejemplo, un proceso de clasificación en concursos sociales, autonómicos y nacionales, sucesivamente, tal y como se realiza en las actividades deportivas. Creo que con ello, se reduciría notablemente la participación en este tipo de macro eventos, excluyendo a los ejemplares que no hubieran acreditado sus posibilidades reales de optar a premio, al tiempo que se promocionaría la participación previa en eventos inferiores. Con una participación notablemente menor, todo sería mucho más fácil en todos los sentidos, y nuestros eventos adquirían un sentido lógico.
Pero aquí sí que no se pueden obviar las razones por las que se promueven este tipo de macro eventos, y no son otras que, de un lado, dar cabida a la pléyade de gorrones que hacen turismo gratis a costa de una gran participación; y de otra, el ingente negocio que es esto de la ornitología, con dirigentes corruptos que ven en ellos la posibilidad de lucrarse ilegítimamente a costa de sus “sacrificados” cargos; y a mayor participación, mayor volumen de negocio.
El Sr. Coton también denunció en el transcurso del debate, los actos de crueldad animal que se cometían con las aves participantes en este tipo de eventos. Durante el debate, los que defienden a ultranza esta manera de concebir la ornitología deportiva no niegan ni rebaten en ningún caso estos argumentos, sino que intentan justificarlos, dando como normal que sea el fin de esta afición, como lo es el criar toros de lidia para llevarlos a la plaza, o criar gallos o perros para que maten a otros gallos o perros. ¡¡¡Dan por normal el hecho de que, sistemáticamente, mueran pájaros, sus propios pájaros!!!
Cuando leo estas cosas, me vienen al recuerdo las palabras de Brigitte Bardot, actriz francesa y activista defensora de los animales: “Quien maltrata a un animal no puede ser buena persona; quien lo hace es el mismo que algún día abandonaría a su padre, enfermo de alzhéimer, en una gasolinera, para irse de vacaciones”
Es un hecho y no una opinión, el que las aves participantes sufren de estos actos y que los mismos constituyen crueldad, cuyo resultado es, aparte del propio sufrimiento, la muerte de cientos de ejemplares. La muerte sobreviene como consecuencia del estrés, y un ave estresada es un ave que no se alimenta ni ingiere agua adecuadamente, con lo cual se debilita progresivamente; si a esto le sumamos que ingiere alimentos contaminados por sus propias heces, el resultado no se hace esperar. Prueba del malsano ambiente que se respira en estos eventos es el fétido olor a “pájaro” que se percibe en ellos, y que proviene de las heces en descomposición, en locales insuficientemente ventilados; aunque seguro que para muchos, ese olor resulta tan familiar que ni lo perciben.
Se vanaglorian los organizadores del mundial de que en el mismo hayan muerto “sólo” 140 ejemplares (sin contabilizar los que murieron antes, ni lo que morirán después, que serán muchos más). Aparte de que no me creo esa cifra, como no me creo nada que digan personas que mienten reiteradamente, sí me creo en cambio que hayan muerto muchos menos que en otros mundiales, pues ha jugado en su favor un hecho fundamental: la buena climatología de Almería. La benignidad de la temperatura es fundamental para mantener con vida a un animal enfermo o debilitado. Sirva como ejemplo lo sucedido en el nacional de Villafranca de los Barros, donde los canarios de postura se alojaron en un local abierto, en Extremadura, en pleno mes de diciembre, y cuyas consecuencias todos conocemos. Lo cual demuestra que no existe ningún rigor en estos eventos que garantice el bienestar de estos animales, y que su celebración está por encima de cualquier criterio en este sentido. Ni los propios organizadores tuvieron reparo alguno en esta circunstancia, ni las autoridades competentes ejercieron control alguno sobre ella. ¡Jamás debió de permitirse la aberración que se cometió en Villafranca!
Y yo me pregunto: ¿Es legítimo que una afición, si es que se la puede denominar así, pueda sustentarse en causar sufrimiento a sus protagonistas, animales vivientes y sintientes? Pues para la ética de muchos, sí; pero para mí NO, y para la Ley tampoco. Otra cosa es lo que se haga con la aplicación de esa Ley y la negligencia en la que incurran quienes deben velar por su cumplimiento.
Nuestra hipócrita Ley de Protección de los Animales, hipócrita sí, pero Ley al fin y al cabo, es contraria a estos actos; y en concreto es de aplicación la Ley de Protección de los Animales en Andalucía, cuya autonomía tiene delegadas competencias al respecto. A tenor de esta Ley resulta evidente que, ni los organizadores la han cumplido, ni las autoridades competentes han velado por su cumplimiento, pues se han vulnerado claramente muchos de sus preceptos. Habrá pues que concienciar a los técnicos competentes que su obligación para con estos eventos va más allá de los meros formalismos, y que además de los requisitos estrictamente sanitarios, también deben velar por el cumplimiento de los requisitos mínimos exigidos por la Ley en materia de bienestar animal.
Nada de lo expuesto en el presente artículo es desconocido o ignorado por los criadores participantes, por lo que no queda otra opción que afirmar también que éstos son consentidores y cómplices necesarios de toda esta trama de corrupción que gobierna nuestros eventos y que someten a maltrato a sus propias aves, lo cual los inculpa inevitablemente. Y yo pregunto de nuevo: ¿Por qué?
Teniendo en consideración lo expresado en el párrafo anterior, ya no resulta tan sorprendente que haya voces que se alcen felicitando a los organizadores del mundial, y que desde sus propias perspectivas se hayan hecho ciertas cosas bien. Si no tenemos en consideración nada de lo anterior y comparamos este mundial con otros celebrados anteriormente, valorando exclusivamente la apariencia, no se puede negar que ciertos aspectos han sido superados con sobresaliente por la organización, que son, precisamente, aquellos aspectos que en anteriores ediciones han quedado en asignatura pendiente. Ciertamente, los procesos de recepción y entrega de ejemplares, aunque sin los debidos controles de rigor necesarios, (como es habitual en todos estos eventos) se han realizado de manera ágil y eficiente, gracias sin duda a la participación de un ejército de porteadores. Por igual, la apariencia del certamen ante el público ha estado a la altura de un gran evento, gracias, inexcusablemente, a las características del recinto. Sin embargo, los errores cometidos han sido muy graves y delatan su causa en la falta de la debida previsión y en la falta de medios necesarios, fruto de una política de restricción de gastos en cosas necesarias, en detrimento de ofrecer un buen servicio a participantes y visitantes.
Así pues y con todo lo expuesto, admito que el mundial pueda haber destacado en ciertos aspectos en comparación con sus predecesores, pero de ahí a afirmar que la organización haya sido excelente, creo que va un abismo, dependiendo, claro está, del valor que cada uno otorgue a las deficiencias mencionadas; y de otro lado, de los principios éticos de cada uno, habida cuenta de que es de conocimiento público el trasfondo de intereses que subyacen a la organización de dicho evento. En definitiva se puede afirmar, en lo que concierne a estos eventos, que nada novedoso, en ningún sentido, haya aportado este mundial a la ornitología deportiva. Se ha perdido pues una ocasión histórica de realizar progresos para dignificar esta maltrecha afición, porque en verdad no conviene a esos intereses que se produzca ningún avance, sino que todo siga igual.
Como tantas veces he manifestado en anteriores ocasiones, creo firmemente en los valores positivos que puede aportar la ornitología deportiva; pero también que, en manera alguna, debe permitirse nada de lo expuesto. Creo que las cosas pueden hacerse bien, como venimos demostrando en ANCEP con la celebración del COIHL; pero para ello deben darse dos requisitos fundamentales: que nuestros eventos no se realicen con fines mercantilistas y, por consiguiente, dando cabida a un número limitado de ejemplares y no escatimando gastos necesarios; y que la organización se haga responsable de las aves, ya sean fallecidas o hurtadas.
Con estas simples premisas, los concursos aportarían al criador la competitividad necesaria para poder clasificarse; al tiempo que el organizador se vería obligado a aplicar sencillas medidas de control que minimizarían los hurtos; y medidas de bienestar para nuestras aves que redujeran al mínimo las causas de estrés, y con ello, el número de muertes.
En el COHIL hemos puesto en práctica estas sencillas medidas, tales como un control efectivo, tanto en la recepción como en la entrega de ejemplares, donde es la organización la que acompaña al criador/porteador en estas labores, firmándose por ambas partes la conformidad del acto. Es tan sencillo que así nadie puede “equivocarse” a la hora de recoger sus pájaros.
En lo referente a bioseguridad, es decir, a minimizar los posibles riegos de transmisión de enfermedades entre las aves participantes,  y por consiguiente, de dispersión entre criaderos de dichas enfermedades, venimos aplicando unas sencillas medidas que en manera alguna evitan del todo los riesgos, pero que los minimizan de una manera razonable. Entre ellas cabe destacar la desinfección previa del local y de todo el material a emplear en el concurso (jaulas, comederos, bebederos, etc.); la instalación de foso séptico en la entrada y salida; la ventilación forzada y diaria del local; la desparasitación externa de las aves a su ingreso; la manipulación de dichas aves con guates asépticos para cada lote; la utilización de sustratos adecuados que verdaderamente deshidraten las defecaciones y renovación de dicho sustrato a las aves de mayor porte (Apaporis y resto de psitácidas, principalmente); renovación diaria del agua de bebida y desinfección de los bebederos, evitando el contacto de estos con la fuente de suministro; etc.
En lo referente a bienestar animal, tal vez nuestra clave sea la instalación de una barrera física que distancie a las aves de las molestias del público en forma de cordón. Esta distancia es de 1,2 m. y permite a las aves la tranquilidad necesaria para alimentarse correctamente, permitiendo por su interior la realización de las labores de atención durante el horario de apertura, sin causar molestias tampoco al público visitante. El visitante presencia por sí mismo, todas estas labores, constatándolas. También el cordón constituye una medida de seguridad muy eficaz para evitar los hurtos, pues las aves no están al alcance de los visitantes si no es violando el cordón, con lo cual son detectados inmediatamente por la organización. Por igual, no permitimos que se realicen fotografías con flash, que tanto incomodan a las aves. En este capítulo de bienestar animal, incluimos una dieta adecuada para cada especie, complementada con verduras y frutas frescas, o incluso insecto vivo si se requiere. La temperatura del local es controlada y los horarios de luz se respetan escrupulosamente, disponiendo durante la noche de luz residual (dormir adecuadamente es tan importante como comer o beber).
En el aspecto competitivo, deberíamos de dar por bueno el hecho de que cualquier juez que haya superado un examen se supone cualificado para enjuiciar correctamente, pero como sabemos que no es así, siempre elegimos los jueces que, a nuestro criterio, están mejor cualificados. Por ello no escatimamos gastos en este capítulo y muchos de ellos provienen de países extranjeros. Al objeto de garantizar al máximo la seriedad de los enjuiciamientos, la lista de participantes e inscripciones no se hace pública hasta después de los enjuiciamientos, y durante los mismos no se permite que porteadores y jueces hablen sobre las aves.
Por último, la organización sí se hace responsable de las aves participantes desde que son admitidas, porque consideramos que los criadores nos hacen depositarios de sus aves y nos las entregan en perfectas condiciones, y nosotros estamos obligados a devolvérselas en esas mismas condiciones, sin pretextos. No es admisible que en estos eventos se roben aves, escapen o mueran sistemáticamente. Si ello sucede es porque la organización comete errores, y si se comete un error, por humano que sea, debe responder de las consecuencias de ese error. Si nos roban un pájaro es porque no hemos puesto los medios necesarios para evitarlo; si un pájaro se fuga, es porque alguien se distrajo o no hizo su labor con la debida diligencia; si muere también es nuestra la culpa, pues sólo admitimos las aves cuando el veterinario las admite como sanas, y si están sanas y las cuidamos bien, no deben morir. Con todo ello, aceptamos la responsabilidad de nuestros posibles errores y aun cuando tratar con seres vivos implica riesgos, si las cosas se hacen como deben hacerse, éstos son perfectamente asumibles.
Los resultados de estas sencillas medidas se constatan edición tras edición, y además de asumir la responsabilidad de nuestros errores, cada año publicamos en nuestra web un informe que incluye cualquier incidente que se produzca con las aves, identificando a cada una de ellas, a su propietario, y describiendo el hecho. Desde luego a mí nunca nadie me pondrá la cara colorada por un pájaro muerto o hurtado, o que incluso alguien pueda pensar que yo mismo lo robé; tal vez otros tengan menos vergüenza que yo. En consecuencia, todo aquel que no sea capaz de asumir la responsabilidad de sus actos, debería de abstenerse de organizar nada en esta vida.
Así es como yo entiendo que debe practicarse la ornitología deportiva y no de otra forma. Tal vez el COIHL sea un evento muy caro, pues su realización exige de una logística mayor que cualquier otro sistema y, proporcionalmente, sus gastos son muy superiores a los de un mundial o a los de cualquier otro concurso; pero para más inri, el precio de nuestra inscripción es de 3 € y no de 10+2 € (precio mayoritario, pues puede incrementarse con el valor declarado de cada ave por el criador).
Nunca exijo a los demás lo que yo no puedo cumplir, y si una modesta asociación como es ANCEP puede poner en práctica estas sencillas medidas, mucho más aún podría la organización de un mundial o de un nacional, con recursos infinitamente superiores; claro que el COIHL es una actividad social organizada por una entidad sin fines lucrativos, donde nadie se lucra con su organización. Que cada cual deduzca sus propias conclusiones.